¿Quiénes somos?
A principios del 2020, propusimos la creación de una escuela de salud comunitaria.
En la Escuela, participamos promotores de salud, defensores del territorio, herederas del conocimiento de plantas medicinales, acompañantes de migrantes y personas en situación de calle, médicos, sanadores tradicionales, estudiantes, maestras, trabajadores jubilados y activistas. Nuestras comunidades se encuentran en Tijuana, Mexicali, la Sierra de Zongolica nahua hablante de Veracruz, el Estado de México, Puebla, la Ciudad de México, Guerrero y Oaxaca.
Nuestro propósito, fortalecer los trabajos de salud de quienes participan en la Escuela a través de la compartición de conocimientos y práctica, además de aportar con materiales de educación popular y acompañamiento a la formación en salud de la población en general.
¿Qué era nuestra salud antes de todo esto que nos han hecho? Y ahora, ¿cómo sanarnos en nuestros territorios y entre territorios?
A nuestra Escuela, dimos el nombre de Alina Sánchez quien nació en Argentina en 1986, se formó como médica en Cuba y dedicó los últimos años de su vida a luchar por la autonomía anti-patriarcal y anti-capitalista en Kurdistán, donde le dieron el nombre “Lêgerîn Çiya - búsqueda de verdad”. En esa búsqueda, Alina impulsó una universidad de medicina y estaba formando una red con personas comprometidas con la transformación social en América Latina para solidarizarse con la construcción de un sistema de salud autónomo en Kurdistán. En marzo del 2018 en ese territorio, perdió la vida.
Una característica fundamental de nuestra Escuela es que, a diferencia del paradigma predominante que divide el mundo entre expertos y enfermos, reconocemos que todas y todos sabemos algo sobre la salud y la enfermedad, el poder curativo reside en cada uno y en el hacer comunidad. Para ello, nos fortalecemos desde la memoria territorial, prácticas curativas transmitidas de generación en generación, específicas a cada región y cultura. Coincidimos en que la salud debe centrarse en el respeto hacia esas memorias territoriales curativas, y que una formación profunda y diversa que integra lo beneficioso de la biomedicina y otras tradiciones que nos son nuevas, nos dejará mejor preparados para defender la vida.
Reconocemos que la salud comunitaria no se trata simplemente de insertar una institución de salud en una comunidad, sino que emerge desde la organización del tejido comunitario. A diferencia de los indicadores de salud del Estado que se reducen a cifras de morbilidad y mortalidad, nuestros indicadores van al corazón del bienestar de nuestros pueblos, ¿qué tan saludables están nuestra memoria, cultura y lengua? ¿Qué tan saludables están los otros seres vivos con quienes compartimos vida en nuestros territorios?
Desde el corazón de nuestra Escuela de Salud Comunitaria, Alina no te olvidamos. Contigo, buscamos esa salud que alguna vez fue nuestra y tendrá que serlo de nuevo.